Resumen:
La gran importancia que, en el voleibol actual, tiene la fase de K1 en el rendimiento
final de los equipos, sumado a la mayor participación del jugador líbero en la acción
de la recepción, nos ha llevado a estudiar el apartado de la recepción con la intención
de encontrar las tendencias que los equipos desarrollan, y así poder determinar los
aspectos claves para alcanzar el máximo rendimiento. Desde el comienzo de la
existencia del Voleibol de alta competición, uno de los objetivos más reiterativamente
perseguidos por la Federación Internacional de Voleibol ha sido la de buscar un mayor
equilibrio entre el potencial de las acciones ofensivas y la capacidad del equipo
contrario para su defensa; todo ello, lógicamente, en aras de conseguir una mayor
continuidad de las acciones de juego, con el consiguiente incremento de la duración
de las jugadas, mejorando, en definitiva, la espectacularidad del propio deporte. La
medida más audaz y rompedora de toda la filosofía tradicional del voleibol, acometida
por la FIVB en este sentido, lo constituye la creación e introducción de una figura de
jugador especializado en defensa y recepción denominado “líbero”. La aportación del
líbero a la recepción del saque supone, sin duda alguna, mejorar las condiciones para
la consecución del punto desde la situación de la recepción (complejo 1), o lo que es
lo mismo, favorece la construcción del ataque, aumentando la capacidad ofensiva del
equipo receptor.