Resumen:
En la actualidad, los programas universitarios para formación de pedagogos infantiles tienen una duración de cinco años y deben estar acreditados para poder ofrecer sus servicios a la comunidad. Su enfoque formativo es crear profesionales críticos respecto a su práctica académica. El pedagogo infantil trabaja con niños que se encuentran en la etapa más temprana de la vida, por lo que la influencia que se ejerce sobre ellos tiene un particular impacto en las siguientes fases de aprendizaje. Por todo ello, la formación del educador infantil es un asunto complejo y difícil de dilucidar. El docente debe reevaluar los viejos modelos de escuela que lo señalaban como la autoridad en el aula y el único poseedor del conocimiento. Asimismo, debe reconocer que asistir a talleres de actualización no es suficiente; es preciso que reflexione de manera permanente acerca de los procesos que tienen lugar en el aula y asuma un compromiso de cambio continuo, ya que su formación es un proceso que nunca acaba. El maestro debe interactuar con las instituciones y los padres de familia en lo que se refiere a las metas de desarrollo integral del niño. En la actualidad, se maneja un concepto de jardín académico que es valorado más por consideraciones sociales y económicas que por una buena pedagogía.